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Lecturas de la Misa, 28 de abril de 2024 Encuentre Meditación por Fecha

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V Domingo de Pascua

Antífona de entrada

Canten al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas y todos los pueblos han presenciado su victoria. Aleluya. Cfr. Sal 98 (97), 1-2

Gloria

(Cuando se requiera, este himno puede recitarse o cantarse:)

Gloria a Dios en el cielo,
y en la tierra paz a los hombres
que...

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Meditación: Juan 15, 1-8

Pidan lo que quieran y se les concederá. (Juan 15, 7)

¿Alguna vez has oído hablar de los “vendedores de humo”? Venden un producto que prometen que resolverá todos nuestros problemas, curará todas nuestras enfermedades y nos garantizará una vida feliz. Es una oferta tentadora. Pero en el fondo todos sabemos que las promesas de este vendedor están vacías.

En el Evangelio de hoy, Jesús nos dice que podemos acercarnos a él y pedirle lo que queramos. ¿Significa eso que, al igual que un “vendedor de humo”, el Señor está prometiendo darnos lo que deseemos, aun si eso son riquezas, fama y poder? Para nada.

Cuando Jesús hace su promesa, comienza diciendo: “Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes” (Juan 15, 7). Esa es la clave: Permanecer en Jesús. El Señor quiere que seamos como sarmientos que constantemente se alimentan y sustentan de la vid. Eso significa permanecer conectados a él para que nos alimente y nos forme (15, 5). Cuanto más cerca estemos de Jesús y más permitamos que sus palabras nos formen, más se asemejará nuestro corazón al suyo. Nuestros deseos y sueños comenzarán a reflejar los suyos. Como resultado, es más probable que “pidamos” según la voluntad de Dios.

Desde luego, esto no sucede de la noche a la mañana. Aun cuando nos esforcemos en alinear nuestro corazón con la voluntad de Dios, debemos seguir presentándole a Jesús nuestras necesidades y nuestros deseos. Siempre debemos acercarnos a él con la confianza de los hijos que confían en su padre amoroso. Después de todo, tenemos un buen Dios que desea darnos cosas buenas. Pero al final, la oración no es un ejercicio de tratar de que él se someta a nuestra voluntad. Es un proceso de aceptar libremente su voluntad para nuestra vida.

Jesús nos promete que podemos pedir y recibir al procurar hacer su voluntad y mantenernos firmes en sus palabras. Él mismo morará en nosotros y nos conducirá a nuestro Padre celestial. ¡Y esa no es una promesa vacía!

“Jesús, mi Señor, ¡te pido que me ayudes a permanecer en ti!”

Hechos 9, 26-31
Salmo 22 (21), 26b-27. 28. 30. 31-32<br. 1 Juan 3, 18-24

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