Meditación: Juan 15, 26–16, 4
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VI Semana de Pascua
Antífona de entrada
Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no morirá nunca. La muerte ya no tiene dominio sobre él. Aleluya. Rom 6, 9
Oración colecta
Concédenos, Dios misericordioso, que por la celebración del misterio de la Pascua que nos mandaste conmemorar, experimentemos en todo tiempo...
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Meditación: Juan 15, 26–16, 4
Les he hablado de estas cosas para que su fe no tropiece. (Juan 16, 2)
Si alguna vez te has mudado a un nuevo lugar, sabes lo fácil que puedes alejarte de tus viejos amigos. Primero, continúas hablando con ellos por teléfono, pero luego las llamadas se vuelven menos frecuentes. Con el tiempo, las llamadas se reemplazan con revisiones ocasionales de las redes sociales y tarjetas de Navidad, hasta que finalmente pierdes todo contacto.
En el Evangelio de hoy, Jesús advierte a sus discípulos lo fácilmente que ellos, también, corrían el riesgo de alejarse de él como resultado de las dificultades que enfrentarían al predicar el evangelio (Juan 16, 2). Podemos imaginarlos sorteando con entusiasmo toda clase de rechazos y persecuciones al principio, pero luego decidiendo gradualmente que el discipulado es simplemente demasiado difícil. Sus esfuerzos se debilitarían lentamente, y eventualmente regresarían a sus antiguos modos de vida.
Pero sabemos que esto no sucedió. ¿Por qué? Gracias al Espíritu Santo, el “Consolador” que Jesús les envió (Juan 15, 26). Jesús sabía que solamente sus esfuerzos humanos no serían suficientes para que enfrentaran las dificultades de evangelizar y guiar a la Iglesia. Pero también sabía que si ellos confiaban en el Espíritu aun cuando se esforzaran, su fe sería edificada. Y eso los ayudaría a evitar alejarse o tambalearse en su fe.
El Espíritu Santo quiere mantener la llama de la fe viva en ti también. Las demandas de la vida cotidiana, el temor al cambio y las distracciones mundanas son tan solo algunas de las fuerzas sutiles y de las dificultades que pueden surgir y alejar tu mirada de Jesús. Por eso es tan importante que continúes pidiéndole al Espíritu su guía y su poder durante el día. Él puede responder por medio de un esperanzador pasaje de la Escritura que viene a tu mente. Quizá te ayude a tomar una decisión difícil. O tal vez te conceda una dosis adicional de paciencia o humildad cuando más la necesites.
Ya sea que la vida sea fácil o que esté a punto de abrumarte, el Espíritu Santo siempre está contigo. Él es tu Consolador que está dispuesto a llenar tu corazón con gracia y que te mantiene conectado con Jesús.
“Señor Jesús, ¡no quiero tropezar y alejarme nunca de ti! Gracias por enviarme al Espíritu Santo para ayudarme a mantenerme siempre cerca de ti.”
Hechos 16, 11-15
Salmo 149, 1-2. 3-4. 5-6a. 9b
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